El estuario del río Gallegos y en especial las extensas planicies intermareales fangosas y marismas que posee, constituyen el escenario donde se reúnen anualmente miles de aves playeras migratorias, tanto los chorlos patagónicos como las especies neárticas que arriban del hemisferio norte, en los primeros meses de la primavera austral.
En estos humedales, las aves encuentran condiciones óptimas para alimentarse y descansar: dos actividades cruciales para la supervivencia de estas migradoras que deben reponer las energías consumidas en tan importante y extenuante viaje.